Sí, se puede tener solo un 5% de visión, conseguir un diploma en triatlón en los Juegos Olímpicos de Río y aprobar el MIR. Y para demostrarlo está Susana Rodríguez, paratriatleta viguesa que todavía recién llegada de Brasil ya se ha incorporado a su puesto dentro de la unidad de Medicina física y Rehabilitación del Hospital Clínico Universitario de Santiago. Orgullosos de ser sus nuevos patrocinadores, hemos charlado con esta mujer cuya fuerza y carácter inspiran.
De la decepción de Pekín al diploma de Río. ¿Cómo explicas los éxitos cosechados los últimos años?
No ir a Pekín fue muy duro para mí en su momento y tal y como he explicado en numerosas ocasiones estos últimos meses unos Juegos no sustituyen a otros. Pero me gusta pensar que todo pasa por una razón. Tras la decepción de Londres me encontré con un deporte como es el triatlón, que me apasiona, y también comencé a estudiar medicina. Estos últimos años han sido muy exigentes para mí día tras día, pero los he disfrutado muchísimo. Además, finalmente he asistido a unos Juegos. ¡Solo por eso merece la pena todo lo demás!
Pasarse del atletismo al triatlón ha sido una de las mejores decisiones que has tomado en tu vida. Por lo menos a nivel deportivo: cuatro medallas mundiales, tres europeas y un diploma olímpico así lo demuestran. ¿Qué te da este deporte que no te han dado otros?
Conocí el triatlón cuando estaba en el Centro Gallego de Tecnificación Deportiva en Pontevedra, ya que mis dos compañeras de habitación practicaban este deporte.Me llamaba la atención el hecho de que combinaba diferentes prácticas deportivas, pero en aquel momento, nunca hubiera pensado que terminaría siendo triatleta. Al principio, me costó adaptarme ya que venía de una modalidad completamente distinta y esto me exigía cambiar no solo físicamente, sino psicológicamente. Yo era velocista... Desde el inicio, el ambiente que existe en el triatlón me enganchó de lleno. Comencé realizando un duatlón y en una reunión técnica hablamos sobre una carrera de paratriatlón que había en Madrid dos meses despues. Comencé a darle vueltas sin ni siquiera tener un tándem propio. En aquel momento, el triatlón no era siquiera deporte olímpico, ya que hasta el 2010 no entró en unos Juegos Paralímpicos, y desde aquella he sobrevivido a todos los cambios que ha sufrido este deporte en los últimos años...
El camino a Río no ha sido fácil. Tan solo cuatro meses antes de viajar a Brasil participaste por primera vez en una prueba con tu nueva guía: Mabel Gallardo. ¿Cómo ha sido el proceso de adaptación?
Mabel y yo empezamos a competir juntas en mayo, apenas cuatro meses antes de los Juegos. Cambiar de guía siempre es es complicado, pero fui yo misma quien la busqué, ya que a pesar de las dificultades propias de comenzar a coordinarse al 100% con otra persona, la balanza riesgo-beneficio se inclinaba hacia lo segundo. Nos adaptamos muy bien desde el inicio y en verano estuvimos muchas semanas entrenando juntas por Lanzarote, Águilas y Sierra Nevada. La verdad, es que llegamos a los Juegos perfectamente coordinadas.
Acudir a unos Juegos Olímpicos es el sueño de cualquier deportista. ¿Qué sentiste cuando saltaste por primera vez a la pista brasileña?
La prueba de triatlón de los Juegos Paralímpicos fue en Copacabana. Es un deporte con una única prueba, así que te lo juegas todo a una carta. Los nervios estaban a flor de piel. El lugar estaba impresionante, toda la gente volcada con el evento. Me cuesta describirlo. También guardó un gran recuerdo de la ceremonia de inauguración en Maracaná: desfilar, escuchar a la gente, las luces, el sonido... ¡Lo recordaré siempre!
Por si ser deportista de élite fuera poco, durante estos años de duros entrenamientos también has tenido tiempo de terminar la carrera de medicina y de aprobar el MIR. ¿Cual es tu secreto?
He comprobado que cuando quieres algo, y lo quieres de verdad, el esfuerzo que puedes hacer para conseguirlo es incalculable. Yo tenía unos objetivos para cada día y no me acostaba hasta que los cumplía. Es verdad que a veces dormía poco, pero…
Desde hace diez días, trabajas ya como doctora en la unidad de medicina física y rehabilitación del Hospital Clínico Universitario de Santiago. ¿Cómo te sientes con la bata blanca?
Estoy muy contenta con mi elección y con todo lo que me he encontrado desde el primer día que llegué al CHUS. Hago algo que me gusta, trabajando en una especialidad en la que todavía queda mucho por desarrollar y que está muy relacionada con el deporte y el mundo de la capacidad. ¡Mira que me cuesta madrugar, pero me levanto cada día con ganas de ir al Hospital!
Más de setenta mil personas en España sufren algún tipo de discapacidad visual en España. ¿A ellos también les repetirías eso de “querer es poder”?
Querer es poder en muchas ocasiones, pero tiene que ser un "querer" de verdad. Tienes que esforzarte y dar lo máximo de ti; entonces, seguramente, hay muchas opciones de lograr tus sueños, tengas una discapacidad visual o no. Al final todos somos diferentes: todos tenemos nuestras capacidades y alguna que otra limitación. ¡Lo importante es centrarse en explotar las pimeras!
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